Naturaleza y Feng Shui

 

El Feng Shui, (literalmente viento y agua), es una práctica de origen chino que consiste en estudiar los elementos que constituyen el entorno donde se quiere construir un edificio a fin de aprovechar los flujos de energía para asegurar la armonía del mismo con el entorno y determinar su idoneidad.
El Feng shui proviene, por lo menos, del siglo III, y sus raíces ideológicas son, incluso, más antiguas. Según las reglas, el Feng shui, consiste en desarrollar una forma de vivir armoniosa que asegure la prosperidad y el bienestar. La energía vital qi (literalmente aire, respiración, energía, temperamento o atmósfera) deben ser captados y destinados a fines benéficos para el ser humano. Según la filosofía taoísta el flujo de una energía invisible es portadora de una energía vital. Progresivamente al Feng shui fueron incorporándose otros elementos como, por ejemplo, la geomancia o el horóscopo.
A partir del siglo III fue haciéndose cada vez más corriente el consultar con los expertos en Feng shui para determinar el emplazamiento o la orientación de una casa o de una tumba. La aplicación de estos preceptos Feng shui en el diseño de los jardines fue convirtiéndose, poco a poco, en un hecho de lo más natural.
Un jardín chino tenía que ser un reflejo de la naturaleza y, como ya se ha mencionado, la armonía general era mucho más importante que la simetría y el orden. El principio fundamental del Feng shui: "menos es mejor", se evidencia en los jardines: la calidad debe prevalecer sobre la cantidad. El jardín chino no es, en lo absoluto, el exponente de una colección botánica. Los árboles se plantan de manera asimétrica porque constituyen por sí mismos un elemento estructural que permite crear unas interesantes perspectivas realzando, a su vez, otros elementos del jardín (piedras, agua, etc.).
Según el concepto taoísta del yin y del yang la armonía se produce a consecuencia de elementos totalmente opuestos: belleza y fealdad, claro y oscuro, luminoso y apagado. Y este equilibrio entre elementos opuestos es aplicado en la concepción de los jardines. Las piedras, con sus formas tortuosas representan el yang, mientras que los estanques o las balsas, con su equilibrio, representan el yin.
La montaña y el agua constituyen los dos elementos fundamentales a tener en cuenta cuando se examina el lugar, la primera ejerce su influencia sobre el destino del hombre, la segunda sobre su fortuna pecuniaria. Si se hace un examen cuidadoso respecto a la concepción china de los jardines, se evidencia el arraigo del Feng shui y sus fundamentos, expuestos comúnmente en los grandes tratados paisajísticos.
Elementos fundamentales: el agua y la montaña
Como ya se ha dicho, el agua y la piedra son elementos de un gran valor simbólico y constituyen, asimismo, los pilares de la estética de los jardines chinos.
Las piedras pueden disponerse de diferentes maneras. Pueden acumularse para producir el efecto de una montaña (Shan (etnia)|shan]], en este caso se trata de un aspecto simbólico, no estructural. Estructural, en este caso las piedras forman una especie de telón de fondo de una perspectiva, separando la siguiente sin ningún elemento artificial. Disimuladamente contribuyen a dar una impresión de amplitud pese a la pequeñez del jardín. Los peñascos, dispuestos solitariamente, se escogen en razón de sus formas tortuosas. Representan la incertidumbre y el wei (equilibrio precario). Constituyen la osamenta del esqueleto de la Tierra simbolizada por las montañas, representadas, aquí, en miniatura. El agua (shui), se suma a esta metáfora, porque su movimiento perpetuo en los canales o riachuelos que recorren el jardín simbolizaría el pulso viviente de la Tierra.
El agua es uno de los elementos esenciales. Favorece, por la calma que transmite, la contemplación meditativa. El sonido de una corriente de agua, adecuadamente situada, reforzará este sentimiento. El estanque, de formas sencillas, procurando siempre preservar la armonía natural, se sitúa en el centro enlazando los diferentes elementos del jardín. El agua simboliza, también, la fuerza latente que, recorriendo las sinuosidades del terreno, es capaz de erosionar el peñasco más firme. El agua ilustra, en este caso, uno de los valores primordiales del taoísmo:
El jardín de la política de lo simple (Suzhou).
El hombre de una virtud superior es como el agua
El agua procura hacer el bien a todos los seres sin luchar
Vive en los lugares que detesta la locura
Entre todas las cosas que conforman el mundo, el agua es el elemento más blando y más débil
y, sin embargo, puede quebrar lo más duro y lo más resistente, ¡nada puede vencerla!
Por eso nada puede reemplazar al agua
Lo que es débil triunfa sobre lo que es fuerte
Lo que es blando triunfa sobre lo que es duro
La presencia del arte en los jardines chinos: las influencias taoístas
La ideología de la filosofía taoísta acerca de la naturaleza, de la misma manera que se refleja en las artes como la poesía y la escritura, constituye una constante en la concepción de los jardines chinos. El Tao (literalmente la vida) es más bien un proceso, que un camino a seguir. Esta filosofía hace hincapié en la unidad con el universo, en el que todos los elementos están constituidos del mismo material, el qi. El Tao es el compendio de todas las cosas pasadas, presentes y futuras.
Los inmensos peñascos erosionados por el paso del tiempo son una manifestación del Tao ya que en ellos se pone de relieve el transcurrir del tiempo y nuestro incierto porvenir.
Los jardines chinos tienen profundas raíces filosóficas. Los elementos naturales se eligen por su significado histórico, literario o simbólico. Los pintores paisajistas y el arte de los jardines se desarrollaron en perfecta simbiosis en China. El aspecto de "grabado" de algunos jardines chinos no es fruto del azar, sino que es el resultado de la observación del pintor y diseñador paisajista. Podrían, por tanto, considerarse paralelamente la concepción de los jardines y la pintura sobre rollos (inventada por Wang Wei sabio del período Tang) sistema que impide ver la obra al completo, e irla descubriendo de una manera progresiva. De la misma forma el jardín no puede contemplarse de un solo vistazo.
Un jardín tiene que reflejar dos aspectos vitales. El de la naturaleza que trata de representar por medio de los árboles, de las rocas y de las corrientes de agua que transcurren por el jardín y el del diseñador que representa la creación, una creación que debe aproximarse, del modo más armónico posible, al equilibrio natural.
El jardín es una obra de arte, un espectáculo que se ofrece al visitante. Éste jamás podrá llegar a conocerlo por completo. El conjunto está equilibrado por una red de muros, que se abren aquí, tienen puertas redondas allá, ventanas caladas que terminan transformando el jardín en una infinidad de diminutos jardines y rincones. Estos compartimentos estructurales y las aberturas practicadas en ellos están cuidadosamente dispuestos a fin de producir, artificialmente, un conjunto de sensaciones visuales. Las aberturas logran que la mirada encuadre un espacio determinado y que éste pueda contemplarse como si fuera una pintura. Lo simbólico se percibe incluso en sus formas: la búsqueda de la inmortalidad o la longevidad (Qnghui yuan en Shunde).
Este sistema permite revalorizar o desechar determinados elementos. Los dispositivos más elaborados tienen en cuenta, incluso, el desplazamiento del visitante por el interior del jardín. El diseñador puede disponer, a su gusto, una sucesión de espacios juxtaponiéndolos en un orden estudiadamente determinado. Es posible, por tanto, crear un largo recorrido que, constituido por múltiples espacios preserva, no obstante, la unidad del conjunto. En Wanghi yuan, en Suzhou, pueden constatarse, perfectamente, los diferentes contrastes creados por el artista. El visitante pasa, sin solución de continuidad, de un espacio apacible dominado por los bambús, a otro vertiginoso en el que un precipicio está representado por un acantilado. Uno de los espacios más recurrentes en este lugar es, sin duda alguna, la montaña artificial de piedras (yang) levantada por encima del estanque (yin).
El jardín no es tan sólo un lugar para ser contemplado, es un complemento más de la vivienda, es decir, un lugar en el que vivir y , por tanto, debe permitir que se penetre en él y disfrutarlo.
El famoso puente de diecinueve arcos del palacio de verano fue reconstruido tras haber sido destruido por los occidentales.
La arquitectura ocupa un importante lugar en el arte de los jardines chinos.
Los pabellones, comunicados entre sí por un conjunto de galerías permiten que el diseñador del jardín escoja los puntos de vista que quiere dar al visitante. Las galerías y los muros permiten, asimismo, la contemplación del jardín en espacios independientes.
Los animales
Los animales pueden estar presentes o simbolizados por medio de esculturas.
El dragón chino representa, o bien al emperador, o bien al qi cuando baila. No tiene connotaciones negativas. El Fénix simboliza a la emperatriz, asociado con el dragón representa a toda la China. La Tortuga es, frecuentemente, un símbolo de longevidad y resistencia. El Pez (Carpa), representa la perseverancia: la carpa lucha contra corriente hacia la puerta del dragón donde se transformará en dragón. La Chiroptera (murciélago) significa suerte o fortuna.
Las plantas
El sauce (llorón) constituye el símbolo de la docilidad y de la feminidad. Las diferentes especies permiten alejar a los demonios.
Los bambús (zhu) simbolizan la modestia y la rectitud (el tallo), la humildad (el hueco), y la eterna juventud (las hojas verdes). Representa también, con frecuencia, la escritura. Su presencia transmite serenidad al paisaje.
El loto (lian hua) simboliza la pureza, con sus flores emergiendo del lodo. Es, asimismo, una metáfora del junzi, el honesto hombre confuciano.



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